lunes, 9 de abril de 2012

LA APTITUD DEL CRISTIANO ANTE LAS ADVERSIDADES

Consideremonos dichosos ante las dificultades (v. 2) «Hermanos míos, consideraos muy dichosos cuando tengáis que enfrentaros con diversas pruebas» No se especifica con exactitud a que se refiere el texto con la palabra “pruebas”. Sin embargo, en toda la carta observamos que las dificultades que sufrían los cristianos eran variadas: pobreza, explotación laboral, problemas entre hermanos, enfermedades, etc. Debemos entender como pruebas, en este contexto, a las dificultades que Dios permite que sucedan y que Él puede usar para probar nuestra fe. Todo cristiano, en algún momento enfrentará algún tipo de prueba. A simple vista parece absurda la exhortación a “gozarnos en las dificultades”. Ya que si hay algo que las dificultades provocan es dolor y sufrimiento. El cual se ve incrementado por la manera en que concebimos y enfrentamos las dificultades. Pero el texto no dice que las pruebas producen gozo o que simulemos una sonrisa en el rostro, fingiendo ser felices. Sería una actitud un tanto hipócrita. Lo que expresa es que el cristiano debe gozarse en medio de las pruebas. Este gozo es posible al considerar que las las pruebas son un instrumento para fortalecer nuestra fe (v.3) y que tienen como meta ayudarnos a madurar espiritualmente (v. 4). Las pruebas son instrumento para fortalecer nuestra fe (v. 3) «pues ya sabéis que la prueba de vuestra fe produce constancia.» La prueba de nuestra fe tiene por meta, obrar de manera continua hasta producir constancia, paciencia o perseverancia. Cuando el cristiano afronta la adversidad con la actitud correcta, este persevera con la mirada fija en Jesucristo. La perseverancia nos anima a continuar confiando en que Dios nos auxiliará en cualquier momento. No podemos apresurar el tiempo de las pruebas, deben llevar su curso normal. Si abandonamos un tratamiento médico antes del tiempo, seguramente tendremos un recaída. No debemos interferir en el plan de Dios. No pretendamos “ayudar” al Señor. Soportemos las adversidades con paciencia. Permitamos que sea el Señor quien determine el “como” y el “cuando” poner fin a nuestras dificultades.

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