este blog se creo con la finalidad de difundir el mensaje de salvacion que el SR Jesus compartio hace mas de 2000 años asi como para debatir temas de la iglesia cristiana evangelica actual
jueves, 3 de mayo de 2012
Antropología Cristiana
1. EL CONCEPTO. En la concepción más genuinamente cristiana del término, la revelación no tiene otro objeto sino Dios mismo, que se da a conocer mediante Cristo, Verbo encarnado, para que los hombres, en el Espíritu Santo, por medio del mismo Cristo tengan acceso al Padre (cf Vaticano II, DV 2). El hombre, en una primera aproximación, es el destinatario de la revelación y de la salvación que ésta anuncia y realiza, no su objeto directo. Pero, por otro lado, el conocimiento de Dios y de la salvación que en Cristo se nos ofrece nos descubre la definitiva vocación del ser humano, el designio de Dios sobre él, con una profundidad que de otro modo no nos hubiera sido nunca accesible. En este sentido el hombre, precisamente en cuanto destinatario de la revelación divina, se convierte también en objeto de la misma. Sólo a la luz de la salvación que Cristo nos trae descubrimos a qué estamos llamados y, por consiguiente, quiénes somos: "Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación" (GS 22). La revelación cristiana presupone el hombre y por tanto una cierta idea que éste tendrá de sí mismo; pero, por otra parte, la novedad de la encarnación del Hijo no puede dejar de enriquecer e iluminar esta visión. Por tanto, a partir de la revelación el cristianismo puede, y aun debe, reivindicar una noción propia del hombre, que en muchos aspectos coincidirá con la que ofrezcan la filosofía y las ciencias humanas y que deberá enriquecerse con sus aportaciones, pero que poseerá una irrenunciable originalidad. En este sentido hablamos de "antropología cristiana".
2. EL HOMBRE, CREADO A IMAGEN DE Dios. De hecho, si bien es claro que la Sagrada Escritura no trata de ofrecernos una antropología sistemática, es igualmente evidente que habla del hombre en muchísimas de sus páginas, comenzando por las primeras. El relato yavista de la creación y la caída (Gén 2-3) nos presenta ya al hombre como el centro de la obra creadora de Dios: es formado por sus manos y recibe la vida del propio aliento divino (Gén 2,7). Para él planta Dios el jardín de Edén y le ordena que ponga nombre a los animales (cf Gén 2,9.19-20); le da, por último, una ayuda adecuada, porque no es bueno que el hombre esté solo (cf Gén 2,9.20-24). Tenemos aquí el núcleo de una profunda antropología: el hombre está llamado a servirse de la creación y a dominarla y es un ser eminentemente social, hecho para estar en comunión con los otros. Pero vivirá solamente si mantiene la relación con Dios, que lo ha creado y le ha comunicado su misma vida, y si es fiel a sus mandatos (cf Gén 2,16). Esto quiere decir que la relación con Dios es esencial al hombre y es aquella dimensión totalizante a partir de la que se articulan todas las demás.
El relato sacerdotal de Gén 1, 1-2,4a señala también la primacía del hombre sobre el resto de la creación. Se introduce aquí por primera vez la idea de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios (cf Gén 1,26-27); ésta es la característica del ser humano que el concilio Vaticano II (GS 12) coloca en primer lugar cuando trata de explicar la respuesta de la Iglesia al interrogante acerca del hombre, sobre el que se han dado a lo largo de la historia, y se dan todavía, opiniones tan diversas, e incluso contradictorias. Merece la pena, por tanto, que veamos brevemente el sentido de estas expresiones y el modo como han sido interpretadas en la Biblia y en la tradición de la Iglesia hasta el momento actual.
El dominio del hombre sobre las criaturas es un elemento que encontramos también presente en el documento sacerdotal, y deriva ciertamente del hecho de su creación a imagen y semejanza de Dios (cf Gén 1,26-27); igualmente se pone de relieve en estos versículos el carácter social del hombre; el hombre hecho a imagen de Dios es varón y mujer. Pero también aquí la relación del hombre con Dios, aun con la diferencia radical entre Creador y criatura, es lo que parece determinante. El simple dato de que Dios cree "a su imagen y semejanza" cualifica en primer lugar el obrar divino, y determina a su vez que el hombre sea distinto de las demás criaturas. El ser humano ha sido creado para existir en relación con Dios, para vivir en comunión con él. Estos mismos elementos se hallan en Gén 5,1-3, donde se establece además una cierta analogía entre la creación del hombre por Dios a su imagen y la generación de Set según la semejanza e imagen de su padre Adán. La condición de imagen de Dios hace que la vida humana sea sagrada (cf Gén 9,6). El dominio sobre el resto de las criaturas y la vocación de Dios a participar de su vida inmortal son los puntos que se ponen de relieve en relación con la creación del hombre a imagen y semejanza divina en los otros textos del AT donde vuelve a aparecer este motivo (cf Si 17,3; Sab 2,23; cf también Sal 8,5-9).
En el NT se afirma que la imagen de Dios es Cristo (cf 2Cor 4,4; Col 1,15; también Heb 1,2; Flp 2,6). Esto no significa que se olvide la condición del hombre como creado a imagen y semejanza de Dios; por el contrario, se afirma que el hombre ha sido llamado a convertirse en imagen de Jesús si acepta por la fe la revelación de Cristo y la salvación que éste le ofrece (cf 2Cor 3,18); el Padre nos ha predestinado a conformarnos según la imagen de su Hijo, para que éste sea primogénito entre muchos hermanos (cf Rom 8,29); y como hemos llevado la imagen del primer Adán, el terrestre, hecho alma viviente, llevaremos también la imagen del Adán celeste, Cristo resucitado, en la participación de su cuerpo espiritual (cf 1Cor 15,45-49). El destino del hombre es, por consiguiente, pasar de ser imagen del primer Adán a serlo del segundo; todo ello no es algo marginal o accesorio a su "esencia", sino que esta vocación a la conformación con Cristo y a revestir su imagen constituye lo más profundo de su ser. Junto a esta reinterpretación cristológica del tema de la imagen notamos en el NT una fuerte orientación escatológica de este motivo (cf también (Jn 3,2). Con todo, no es aventurado afirmar que si el hombre está orientado a Cristo como meta final de su existencia, esta ordenación, de un modo o de otro, ha de existir desde el principio. Es convicción general del NT que el orden de la creación y el de la salvación se hallan en relación profunda: todo ha sido hecho mediante Cristo y todo camina hacia él (cf 1 Cor 8,6; Col 1,15-20; Ef 1,3-10; Jn 1,3.10; Heb 1,3); Jesús es alfa y omega, principio y fin de todo (Cf Ap 1,8; 21,6; 22,13).
La reinterpretación cristológica del motivo de la imagen prosiguió en la teología patrística. Ya en relación con el momento de la creación, y no sólo con el de la consumación final, se pone de relieve la ejemplaridad del Verbo. En efecto, sólo el Hijo es la imagen de Dios. El hombre no es estrictamente "imagen", sino que ha sido hecho "según la imagen". Pero aunque esto sea reconocido en general por todos, defieren las escuelas de la antigua Iglesia cuando se trata de precisar el significado de la imagen de Dios que es el Hijo; ello tendrá inmediatamente consecuencias antropológicas. Por una parte, los alejandrinos (Clemente, Orígenes; les seguirá sustancialmente san Agustín) consideran al Verbo preexistente la imagen de Dios; según esta imagen ha sido creado el hombre. Por ello la imagen de Dios en el ser humano sólo hace referencia a su elemento espiritual, el alma. Por el contrario, otros padres y escritores eclesiásticos (san Ireneo, Tertuliano) considerarán que la imagen de Dios Padre es el Hijo encarnado, que da así a conocer al Dios invisible. El hombre ha sido creado desde el primer instante según la imagen del Hijo, que habría de encarnarse y resucitar glorioso en su humanidad. Cuando Dios modelaba al primer Adán del barro, pensaba ya en su Hijo que habría de hacerse hombre y ser así el Adán definitivo. Según esta línea de pensamiento, el hombre ha sido creado a imagen de Dios según todo lo que es, en su alma y en su cuerpo, con una insistencia especial en este último. Ningún aspecto del ser humano queda excluido de esta condición de imagen, ya que todo él ha sido llamado a participar de la resurrección de Cristo. A pesar de estas notables diferencias, hallamos de nuevo unida la teología de los primeros siglos en la distinción entre la imagen y semejanza divinas: mientras la primera viene ya. dada con la creación, la segunda se. refiere a la perfección escatológica, a la consumación final. Aunque esta distinción no encuentre un apoyo totalmente literal en la Escritura, no es del todo ajena a ella (cf Un 3,2), y por otra parte pone bien de relieve un aspecto muy presente en el NT: el carácter de camino de la existencia humana, la necesidad constante del progreso en la unión y el seguimiento de Jesus.
Esta distinción no se mantuvo en general en los tiempos sucesivos. Por otra parte, el sentido cristológico de la creación del hombre a imagen y semejanza divina se ha hecho menos explícito en la teología y en la conciencia cristiana. Por ello es tanto más de alabar la contribución del concilio Vaticano II en la GS, al poner, como notábamos ya, en el hecho de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios el comienzo y la base de la respuesta cristiana al interrogante sobre el misterio del ser humano. Según el número 12 de la constitución pastoral, esta condición significa ante todo que el hombre es capaz de conocer y amar a su Creador, es decir, que es capaz de entrar en relación personal con Dios. A ello se añade su posición de señorío sobre las criaturas terrenas, de las que se ha de servir para gloria de Dios, y la condición social del ser humano, llamado a existir en la comunión interpersonal. Como se ve, se recogen aquí muchas de las intuiciones que veíamos. presentes en nuestro rápido recorrido escriturístico, sobre todo del AT: Pero este número 12 de GS ha de leerse juntamente con el número 22, que citamos al comienzo de estas páginas: "El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que tenía que venir (cf Rom 5,14), es decir, Cristo nuestro Señor... No es extraño, por consiguiente, que todas las verdades antes expuestas encuentren en Cristo su fuente y en él alcancen su vértice. El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado..." La orientación cristológica de la antropología cristiana ha sido, por tanto, fuertemente subrayada por el concilio (como también en el magisterio de Juan Pablo lI; cf, p.ej., Redemptor hominis 8,2; 13,13; 28,1).
Naturalmente, el magisterio de la Iglesia no ha explicado en detalle las relaciones entre la cristología y la antropología. Éstas no son entendidas de modo totalmente idéntico por la teología contemporánea. Rebasaría los límites de este artículo la exposición, siquiera sucinta, de las diferentes posiciones y modelos de explicación. Pero para todos es claro que, al recoger la revelación de Cristo, el hombre encuentra respuesta a sus más profundos interrogantes. Seguir a Cristo no es, por consiguiente, algo que se le imponga solamente desde fuera y que no tenga relación ninguna con su ser. Todo lo contrario. Solamente en Jesús alcanza la definitiva, porque desde el primer instante de la creación Dios le ha impreso esta orientación. Por ello el concilio Vaticano II (GS 41) puede afirmar que quien sigue a Cristo, el hombre perfecto, se hace también él más hombre. La novedad indeducible de la encarnación del Hijo de Dios, fruto solamente del libérrimo designio de salvación del Padre, y la orientación del mundo y del hombre hacia Cristo de tal manera que éste constituye la perfección a que tienden en este concreto orden de creación, serán dos puntos (sólo en apariencia contradictorios) que la teología cristiana, y en especial la antropología, deberán siempre tener presentes.
La fe cristiana nos dice que el hombre no ha sido fiel a este designio divino y que desde el principio el pecado ha sido una realidad que ha entorpecido la relación con Dios. Pero, en su fidelidad, Dios nos ha mantenido siempre su amor y, en Cristo, la semejanza divina deformada ha sido restaurada (GS 22). Por lo demás, la naturaleza humana, sin duda profundamente afectada por el pecado, no ha quedado con todo corrompida de raíz.
3. EL HOMBRE, LLAMADO A SER HIJO DE DIOS EN CRISTO. La antropología cristiana afirma que no hay más que una perfección del hombre: la plena conformación con Jesús, que es el hombre perfecto. Esto significa la participación en su filiación divina, en la relación irrepetible que Cristo, Hijo unigénito de Dios, tiene con el Padre. Ya en los evangelios leemos que Jesús, que se dirige siempre a Dios con el apelativo de "Padre", enseña a sus discípulos, sin colocarse él nunca en el mismo plano, a hacer lo mismo (cf Me 11,25; Mt 5, 48; 6,9; 6,32; Le 6,36; 11,2, etc.). Pablo nos dirá que ello es posible solamente por el don del Espíritu Santo, enviado a nuestros corazones y que clama en nosotros "Abba, Padre" (Gál 4,6; cf Rom 8,15), en virtud del cual podemos llevar una vida auténticamente filial respecto a Dios y fraterna respecto a los hombres. Así el Hijo unigénito de Dios se hace el primogénito entre muchos hermanos (cf Rom 8,29; Heb 2,11-12.17; tal vez Jn 20,17). La antropología cristiana contempla, por lo tanto, al hombre llamado a participar de la misma vida del Dios trino: en un mismo Espíritu tenemos todos acceso al Padre mediante Cristo (Ef 2,18); la misma unión entre los discípulos de Cristo, a la que todos los hombres están llamados, es reflejo de la unión de las personas divinas (cf Jn 17, 21-23).
Nuestro breve recorrido por algunos de los puntos de la antropología cristiana no puede dejar de mencionar la categoría de la "gracia", esencial a la visión cristiana del hombre. Nos hemos referido a la novedad indeducible de la encarnación de Jesús. Dios se autocomunica libremente en su Hijo y en su Espíritu, y es igualmente don de Dios y nunca mérito del hombre la incorporación personal a la salvación (=justificación por la fe). La visión cristiana del hombre no puede olvidar este elemento: la plenitud del hombre es recibida como don gratuito, no reducible al donde la creación, como no se deduce de ésta la encarnación de Jesús. Es, por consiguiente, un nuevo elemento irrenunciable de la visión cristiana del hombre que éste recibe su plenitud como un don inmerecido, lo cual, a su vez, no excluye que tenga que aceptarlo libremente y cooperar con Dios, que se lo otorga en su infinita bondad.
4. LA UNIDAD DEL HOMBRE EN LA DUALIDAD DE CUERPO Y ALMA. La doctrina bíblica de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios muestra la íntima relación de los órdenes de la creación y de la salvación. La fe cristiana a lo largo de los siglos se ha preocupado no sólo de exponer el sentido de la salvación, sino también de insistir en la configuración creatural del hombre, en su "naturaleza", apta para recibir esta salvación gratuita de Cristo como su intrínseca perfección. Punto esencial sin duda de esta preocupación ha sido la unidad del ser humano en la pluralidad de sus dimensiones. Ya el NT, siguiendo las huellas del AT, a la par que insiste en la unidad original del ser humano, conoce diversos aspectos del mismo: el hombre es "cuerpo" por su dimensión material, que lo hace un. ser cósmico, inserto en este mundo, solidario con los otros, con una identidad definida en los diferentes estadios de su existencia (cf 1 Cor 15,44-49); esta condición corporal del hombre se asocia a veces a la "carnal", que con frecuencia adquiere un sentido negativo, ya que indica la debilidad del hombre (cf Mc 14,38; Mt 26,41), o incluso, especialmente en Pablo, su existencia bajo el dominio del pecado (cf Rom 6,19; 8,3-9; Gál 5,13.16-17). El hombre es también "psique", vida, alma; es sujeto de sentimientos (cf Mc 3,4; 8,35; Mt 20,28; 26,38; Col 3,23). Por último el hombre tiene también la "capacidad de lo divino", está en relación con Dios; todo ello se expresa con el término "espíritu", que indica tanto la vida de Dios comunicada al hombre y principio de vida para él como el hombre mismo en cuanto movido por el Espíritu Santo; se opone con frecuencia a la "carne" en cuanto débil o sometida al pecado (cf Mc 14,38; Jn 3,6; Rom 8,2-4.6.10.15-16; Gál 5,16-18.22-25). Aunque no se haya pretendido una reflexión sistemática sobre la cuestión, no hay duda de que el NT en su conjunto nos muestra al hombre como un ser a la vez mundano y trascendente a este mundo, capaz de relación con Dios.
Es lo que a lo largo de la historia, partiendo ya de los primeros siglos cristianos, se ha expresado con la idea del hombre como formado de alma y cuerpo. El cristianismo asimiló estas nociones de la antropología griega, aunque no sin transformarlas. Los esquemas cristológicos y soteriológicos (encarnación, resurrección) han hecho que algunos Padres basaran su antropología precisamente en el cuerpo. Y aunque pronto, por el predominio de los esquemas platónicos, se pasa a considerar que el alma tiene una primacía sobre el cuerpo (y se llega a afirmar a veces que ésta es en rigor el hombre), nunca en la teología cristiana se ha considerado al cuerpo malo en sí mismo; ha sido también creado por Dios y es llamado a la transformación final en la resurrección. Santo Tomás ha subrayado la unidad de los dos componentes del hombre en su famosa fórmula "anima forma corporis". Existe una unidad sustancial originaria del hombre que abraza estos dos aspectos, de tal manera que ninguno de los dos separado del otro sería hombre o persona. No hay, por consiguiente, alma sin cuerpo ni cuerpo sin alma (prescindiendo de la pervivencia del alma después de la muerte). La unidad sustancial de alma y cuerpo se subrayó también en el concilio de Viena, el año 1312 (cf DS 900.902); el concilio V de Letrán, del año 1513, define que el alma no es común a todos los hombres, sino que es individual e inmortal (DS 1440). Del cuerpo y el alma del hombre en su unidad habla también la GS 14.
La antropología moderna prefiere no tanto hablar de que el hombre tiene un alma y un cuerpo, sino de que es alma y cuerpo. Y a veces se subraya que tanto el alma como el cuerpo son del hombre; el lenguaje expresa bien la unidad que somos y experimentamos. Nuestro psiquismo y nuestra corporalidad se condicionan mutuamente. Por ser cuerpo nos hallamos sometidos a la espacio-temporalidad estamos unidos a los demás hombres, somos finitos y mortales; por ser alma trascendemos el mundo, y estamos llamados a la inmortalidad. Una inmortalidad que, desde el punto de vista cristiano, no tiene sentido si no es en la comunión con Dios, y que por otra parte garantiza la continuidad del sujeto en nuestra vida actual y en la plenitud de la resurrección en la configuración plena con Cristo resucitado.
5. EL HOMBRE, SER PERSONAL ABIERTO A LA TRASCENDENCIA. La constitución psicosomática del hombre, en virtud de la cual; siendo un ser cósmico, trasciende este mundo, está en íntima relación con su ser "personal". El ser humano no es un objeto más en el mundo; es un sujeto irrepetible. El pensamiento cristiano ha desarrollado la noción de "persona" para expresar este carácter del hombre, que lo hace radicalmente distinto de todos los seres que le rodean y que le confiere una dignidad y un valor en sí mismo, no en función de lo que hace o de la utilidad que reporta a los demás. El concilio Vaticano II (GS 24) señala que el hombre es la única criatura terrestre que Dios ha amado por sí misma. No deja de ser significativo observar que el desarrollo antropológico de esta noción ha sido posterior en el tiempo al uso de la misma en la teología trinitaria y en la cristología. El sentido del valor y la dignidad de la persona, ampliamente reconocido en nuestros días (a pesar de numerosas contradicciones que no pueden desconocerse) aun fuera del ámbito cristiano, adquiere a partir de la visión cristiana del hombre su última fundamentación: el hombre tiene un valor absoluto para el hombre porque lo tiene para Dios, que lo ama en su Hijo Jesús y lo llama a la comunión con él.
A la condición del hombre persona y sujeto irrepetible va unida necesariamente su libertad. Ésta no significa sólo, aunque incluya necesariamente este aspecto, la posibilidad de elegir entre diversos bienes o posibilidades concretas, sino que es ante todo la capacidad de configurarse a sí mismo de acuerdo con las propias opciones. Por ello se ha podido decir que el hombre no tiene libertad, sino que lo es, porque a pesar de los evidentes condicionamientos a que se halla sometido, tiene una auténtica capacidad de autodeterminarse. En el ejercicio de su libertad el hombre opta primariamente sobre sí mismo. No se debe hablar, por tanto, sólo de libertad de las trabas o impedimentos internos o externos, sino de libertad para el proyecto humano que se ha de realizar. Nada tiene que ver la libertad con el capricho. De ahí que aquélla alcance sólo su plenitud en la opción por el bien; cristianamente hablando, ello significa dejarse liberar por el Espíritu, romper las ataduras del pecado y el egoísmo para vivir en la libertad de los hijos de Dios, que es la de Jesús, que se entrega hasta la muerte por amor. Es importante notar que la libertad del hombre se da incluso frente a Dios y a su Palabra. En su revelación Dios quiere establecer un diálogo con nosotros y nos llama a la comunión de vida con él. Todo ello sería imposible en la hipótesis de que Dios nos forzara a aceptarlo. Cuando insistimos en la libertad humana aseguramos, por tanto, que también ante Dios y para Dios somos y permaneceremos siempre un auténtico sujeto, un verdadero tú.
El hombre, como ser personal y libre, se halla necesariamene abierto al mundo y los demás. Frente a ellos ejerce su libertad y en este mismo ejercicio puede experimentar su propia trascendencia. El hombre necesita del mundo que le rodea para su propia subsistencia. Ésta es una experiencia fundamental e incontrovertida. Pero en esta misma relación de dependencia frente al mundo se abre el sentido de su trascendencia a él: efectivamente, con el hombre y su capacidad de transformar la realidad que lo circunda se produce en ésta una novedad; por el esfuerzo humano se dan en la naturaleza posibilidades nuevas que de otro modo nunca se hubieran alcanzado. El trabajo del hombre es, pues, un fenómeno nuevo en el ámbito cósmico; por ello puede ser calificado de "creador". Estas posibilidades de la naturaleza se convierten a su vez en posibilidades nuevas para el hombre mismo, para su libertad. Inserto en el mundo, en su misma acción, en él el ser humano muestra que lo trasciende, que no es una simple pieza de un mecanismo. Experimenta además la perpetua insatisfacción ante los logros alcanzados, entre lo que tiene y aquello a lo que aspira. Difícilmente podrá el mundo, por tanto, dar al hombre el último sentido de su vida.
La comunión entre personas es un fenómeno nuevo respecto a la relación hombre-mundo . Sólo en el otro ser humano encuentra el hombre la "ayuda adecuada", según la vieja sabiduría bíblica. Sólo el hombre es digno del hombre. Únicamente en el ejercicio de sus dimensiones sociales, y en particular con la comunión y donación interpersonal, puede el hombre ser él mismo. La noción de persona, ya en sus profundas raíces teólógicas a que hemos aludido, lleva consigo esta dimensión. En el encuentro con el otro en tanto que persona nos hallamos ante un valor absoluto que no hemos creado nosotros. Tampoco es el otro o la sociedad sin más el fundamento de este valor absoluto que hallamos ante nosotros, porque también nuestro propio ser personal es valor absoluto ante los demás. La relación interpersonal, por tanto, nos abre también al misterio de la trascendencia del hombre a cuanto nos rodea.
La limitación e indigencia humanas, que se manifiestan sobre todo en la muerte; la sensación de truncamiento que de modo casi inevitable se experimenta cuando se piensa en esta última, nos colocan también ante la cuestión del sentido de la existencia humana y de la dificultad de hallarlo si queremos permanecer en los límites de lo que vemos. La esperanza cristiana, sobre todo si se manifiesta en la vida de los creyentes, es capaz de ofrecer una respuesta plausible a estos interrogantes del hombre.
La revelación cristiana nos ofrece, según hemos visto, una imagen del hombre centrada ante todo en Jesús, el hombre perfecto, en quien somos hijos de Dios. Si ésta es nuestra última vocación, la teología cristiana no puede desentenderse de aquellos aspectos de la constitución y del ser creatural del hombre que lo hacen apto para esta llamada divina. En ellos descubre ya la huella del designio de Dios, que nos quiere para él. El ser humano aparece así abierto a la comunicación de Dios mismo en la revelación cristiana. Ésta nos abre unas perspectivas que por nuestra parte jamás hubiéramos podido imaginar; es pura gracia y don de la benevolencia divina, y al mismo tiempo responde a nuestras íntimas aspiraciones y deseos: la íntima comunión con Dios, a la que Cristo nos da acceso, y la plena comunión con los hermanos con quienes vivimos en la Iglesia, "instrumento de la plena unión con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1), reunida por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (LG 4).
Sobre el pecado, la culpa y el perdón
En la época en que vivimos, pocos conceptos han sido tan desfigurados y tan tenidos
en poco como el de pecado. Para muchos esto es una idea anticuada, cargada de
reminiscencias pueriles, impropia de personas maduras. No faltan quienes se burlan de él
o lo ven como un freno para privar al ser humano de sus goces más sabrosos. Para ellos,
Dios, con su condenación de todo lo pecaminoso, es un aguafiestas. Sin embargo, nada
hay más real, más serio y más grave que el pecado. Prescindamos por un momento de
nombres y conceptos y echemos una ojeada al mundo en que vivimos. Y ¿qué vemos?
Ambiciones sin cuento, soberbia, violencia, opresión, insolidaridad, injusticia... Como
consecuencia, guerras, incremento de la pobreza, violencia familiar en multitud de
hogares, infidelidades, relajación sexual; frecuentemente, en muchos lugares, vulneración
de los derechos humanos más fundamentales. Llámese a todo eso como se quiera:
imperfección en el proceso evolutivo de la humanidad, incultura, estructuras sociales
ineficaces. La Biblia lo incluye todo bajo una sola palabra: pecado.
Esencia y universalidad del pecado
La Biblia es explícita cuando afirma que el pecado es «transgresión de la ley» (1 Jn.
3:4). Así se ve en el primer pecado cometido en el mundo. Dios, al crear la primera pareja
humana, la había rodeado de todo lo necesario para su felicidad. Pero al disfrute de
innumerables placeres había impuesto un límite: no podrían comer del fruto prohibido (Gn.
2:16-17). Muchas personas piensan que las prohibiciones de Dios cercenan la libertad
plena del hombre. Pero ya se vio lo que sucede cuando el hombre hace mal uso de su
libertad. El desastre en el Edén no pudo ser mayor. En realidad, los mandamientos
divinos son comparables a los carriles de la vía férrea. Lejos de limitar la velocidad del
tren, la facilita; salirse de ellos equivale a una catástrofe. Y catastrófico es el estado del
mundo desde que el hombre decidió usar su libertad para desobedecer a su Creador.
No debe pensarse, sin embargo, que el pecado fue el problema de un individuo que
arrastró en las consecuencias de su transgresión a toda su descendencia, pues, como
dice el apóstol Pablo, «todos pecaron» (Ro. 5:12). Y «por cuanto todos pecaron, todos
están destituidos de la gloria de Dios» (Ro. 3:23). No faltan quienes se resisten a aceptar
estas afirmaciones bíblicas. Muchos se consideran «buenas personas» que no han hecho
nunca mal a nadie. ¿Cómo puede Dios condenarlos? Pero si pensamos que pecado es no
sólo el acto prohibido, sino también las actitudes de enemistad (Mt. 5:23-24), la palabra
hiriente (Mt. 5:22), la mirada lasciva (Mt. 5:27-28), ¿quién puede considerarse justo y sin
tacha? Penetrante como un dardo en la conciencia fue lo dicho por el Señor a los
hombres que acusaban a una mujer de adulterio manifiesto: «El que de vosotros esté sin
pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella» (Jn. 8:7).
El aguijón de la culpa
Si el pecado es el acto de transgresión de la ley divina, la culpa es la carga de
responsabilidad que recae sobre quien lo comete. Tan antigua como el ser humano es la
tendencia a descargarnos de esa responsabilidad. Ya al principio, cuando Adán y Eva
habían desobedecido y fueron interpelados por Dios, no reconocieron que la infracción de
su ley era fruto de su codicia. Buscaron chivos expiatorios para librarse de culpa. «La
mujer que me diste» dijo Adán; «la serpiente», dijo Eva. Es que el reconocimiento de la
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miércoles, 2 de mayo de 2012
¿Tiene el cristiano parte en la política?
Tal vez se alarme cuando le digamos que su pregunta toca los mismos fundamentos del cristianismo. Le preguntamos, querido amigo, ¿a qué mundo pertenece el cristiano? ¿Pertenece a este mundo o al mundo de arriba? ¿Está su ciudadanía en la tierra o en el cielo? ¿Está él “muerto al mundo”, o está “vivo en él”? Si él fuese un ciudadano de este mundo; si su lugar, su porción y su hogar estuviesen aquí abajo, entonces, seguramente, nunca sería suficiente su comprometida actividad en los “asuntos de este mundo”. Si él fuese un ciudadano de este mundo, de hecho que debiera votar por concejales del municipio o por miembros del parlamento o por un presidente de la república; debe hacer todos los esfuerzos posibles para lograr poner al hombre correcto en el lugar adecuado, ya sea en el consejo municipal, en la cámara de los legisladores, o en el poder ejecutivo. Debe dedicar todos sus esfuerzos y medios a su alcance para mejorar y regular el mundo. Si, en una palabra, él fuese un ciudadano de este mundo, debiera, con lo mejor de sus capacidades, desempeñar las funciones pertenecientes a tal posición.
Pero, por otro lado, si fuere cierto que el cristiano está “muerto” con respecto a este mundo; si su “ciudadanía está en los cielos”, si su lugar, su porción y su hogar estuviesen en lo alto; si él sólo fuese un “extranjero y peregrino” aquí abajo, entonces se sigue que él no es llamado a comprometerse de ninguna manera con la política de este mundo, sino a seguir su camino peregrino, “sometiéndose pacientemente a toda institución humana por causa del Señor”, prestando obediencia a las “autoridades” establecidas por Dios y orando “por todos los que están en eminencia” a fin de ser guardados y estar bien en todas las cosas.
Pero Ud. pregunta puntualmente: ¿«qué enseña la Palabra de Dios» sobre este punto?, una pregunta sumamente importante. “Qué, pues, dice la Escritura”? (Romanos 4:3). Un pasaje, o dos, serán suficientes. Oigamos lo que dice el Señor cuando se dirige al Padre en referencia a “los suyos que estaban en el mundo” (Juan 13:1): “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:14-16). Oigamos también al inspirado apóstol sobre este mismo tema: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía (griego: politeuma) está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:17-20). Y de nuevo leemos también en la epístola a los Colosenses: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:1-4).
Hay quienes dicen, no obstante, que las Escrituras citadas ya no se aplican hoy; que “el mundo” de Juan 17, no es el mundo de nuestro presente siglo; que el de entonces era un mundo pagano, mientras que el de hoy día, es un mundo cristiano. A todos los que asumen esta posición, no tenemos nada que decirles. Si la enseñanza del Nuevo Testamento estuvo planeada sólo para una época pasada; si tan sólo es efectiva para las cosas que fueron, y no tiene aplicación para las cosas que son, entonces no podemos saber seguramente dónde estamos parados ni a qué lugar acudir para hallar una guía o autoridad. Pero, gracias a Dios, contamos con una guía divina y, por ende, plenamente suficiente para todas las épocas, para todos los tiempos y para todas las condiciones. Si, pues, hemos de ser guiados únicamente por la Escritura, ésta en ninguna parte nos autoriza a comprometernos en la política de este mundo. La cruz de Cristo ha roto el lazo que nos ligaba con este mundo. Estamos identificados con Él. Él es nuestro Modelo. Si Cristo estuviese aquí, hallaría su lugar fuera de los límites de este mundo. No veríamos a Cristo en la sesión del consejo municipal, en el tribunal, en la cámara legislativa o con la espada en su mano. Pronto, él empuñará el cetro, desenvainará la espada y tomará las riendas del gobierno en Sus manos (¡Quiera Dios que ese día llegue pronto!). Pero ahora Él es rechazado, y nosotros somos llamados a participar de Su rechazo. Como cristianos, nuestra senda en este mundo es la obediencia o el sufrimiento. Somos llamados a orar “por todos los que están en eminencia” (1.ª Timoteo 2:1-2), pero no a estar en el lugar de la autoridad nosotros mismos. No hay una sola línea de las Escrituras que me guíe para votar en las elecciones, o como miembro político o magistrado. Por esta razón, si yo actuase bajo estos caracteres, lo estaré haciendo sin una sola palabra de dirección de mi Señor; y peor aún, estaría actuando de una manera totalmente opuesta a Él, y en directa oposición al espíritu y a la enseñanza del Nuevo Testamento.
¡Quiera Dios hacernos más fieles a Cristo! ¡Que seamos librados más completamente, en corazón y espíritu, de este “presente mundo malo”, como así también capacitados para proseguir, con santa determinación, nuestra senda peregrina a lo largo de las arenas del desierto de este mundo! Sabemos perfectamente que lo que hemos escrito sobre este tema resultará desagradable e impopular, pero esto no nos habrá de impedir que hablemos la verdad, como tampoco nos impedirá que actuemos conforme a la verda
miércoles, 25 de abril de 2012
El amor es la esencia de Dios (Mt:22:34-40)
Entonces uno de los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." (Mt:22:34-40)
El amor es la base del cristianismo y es la esencia de Dios. Todas las enseñanzas cristianas están basadas en el amor. En este estudio vamos a analizar el pasaje que hemos citado del libro de Mateo, a fin de interiorizarnos en cuanto al amor.
Primeramente definiremos lo que es el amor, para luego tratar de aprender lo que es amar.
La Biblia dice que Dios es amor. Esto nos enseña que el amor no es solo un atributo de Dios; sino su misma esencia. Veamos:
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1Jn:4:7-8)
En este pasaje podemos ver que los hijos de Dios somos instruidos a amar porque nuestro Padre ama. El amor es la misma sustancia de Dios. Si nosotros tuviésemos que definir al amor diríamos que el amor es una persona. El amor es Dios.
Así pues, Dios, siendo amor, no puede dejar de amar. Y según el pasaje que acabamos de leer, amar es una condición necesaria en los hijos de Dios, pues “todo aquel que ama es nacido de Dios” y “el que no ama no ha conocido a Dios”
Con estas afirmaciones empezamos a ver que para amar necesitamos “nacer de Dios”, lo cual equivale a decir que necesitamos “conocer a Dios”
Ahora bien: ¿Qué significa conocer a Dios? Conocer es tener trato con alguien, significa relacionarnos con alguien. En nuestra vida de incrédulos no teníamos trato con Dios, es decir que no estábamos relacionados con Él. Por lo tanto, no lo conocíamos. Para que esa relación tuviese lugar en nuestra vida necesitábamos que alguien nos presentara a Dios, pues hasta ahí, estábamos “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Ef:2:12)
Pero, ¿quién puede conocer tanto a Dios que pueda presentárnoslo, a fin de que nosotros también lo conozcamos?
En la Biblia se lee que Jesús es “el camino…nadie viene al Padre sino por mi” (Jn:14:6) Según esta afirmación, Jesús es el único que puede presentarnos al Padre porque él es el camino que conduce a Dios.
De manera que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Jesús vino al mundo para que los hombres conociésemos a Dios
ESTUDIO BÍBLICO ACERCA DEL AMOR AL PRÓJIMO
Título: El amor al prójimo
Fondo Bíblico: Levítico 19:13,18,33,34; Mateo 22:37-40; Romanos 1:14; 13:8-10; Gálatas 6:9,10
Verdad central: El amor a Dios nos permite amar a nuestro prójimo.
Texto áureo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Romanos 13:9,10
Bosquejo
I. El mandato de amar a otros
A. Tratando al prójimo como a uno mismo
B. Dos grandes mandamientos ti.
II Compasión por todos
A. Pagando una deuda
B. Haciendo lo bueno
III. Demostrando amor
A. El amor y la ley
B. El resumen de todos los mandamientos
Objetivo
Saber lo que significa amar al prójimo, y demostrar ese amor hacia toda persona por medio de las buenas obras.
Introducción
La parábola del buen samaritano es una historia querida y conocida que habla de cómo tratar al prójimo. Según la interpretación habitual, el hombre que fue golpeado y robado es el prójimo, y el prójimo se define como cualquier persona que necesita ayuda.
Pero parece que Jesús puso más énfasis en el hecho de que el prójimo fue el que ayudó a la víctima. Después de contar la parábola, Jesús le pregunta al abogado escéptico: "¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?" (Lucas 10:36). El prójimo es el que tiene compasión de la persona necesitada y le ayuda. Así que la pregunta es: "¿Somos buenos prójimos o no?"
Comentario Bíblico
I. El mandato de amar a otros Levítico (19:13,18,33,34; Mateo 22:37-40)
A. Tratando al prójimo como a uno mismo
El pasaje en Mateo nos hace entender que aun cuando las estrictas reglas de la Ley estaban en pie, el principio fundamental de la vida para el seguidor de Dios, era el amor divino. La ley no fue escrita para el hombre justo, sino para los "transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos..." (1 Timoteo 1:9).
Traten al extranjero "como a un natural de vosotros" Moisés les dijo a los israelitas. Tal mandamiento era demasiado para un israelita, quien sabía que su propio pueblo era escogido por Dios. Los gentiles alrededor de ellos eran paganos. El mandamiento demuestra que Dios nunca quiso excluir a los que no eran judíos de tener comunión con El. Fueron los judíos quienes pensaron que ellos eran los únicos que recibirían la misericordia de Dios. Por lo tanto, creían que sólo ellos eran dignos de recibir privilegios especiales.
Pregunta: ¿Por qué debían los israelitas tratar a los extranjeros (los gentiles) mejor de lo que los extranjeros los habían tratado a ellos?
Los israelitas debían tratar bien a los extranjeros porque (1) los israelitas habían sido extranjeros en Egipto y sabían bien lo que era quedar excluidos, y (2) el Señor era su Dios. Puesto que Jehová es un Dios de amor y compasión, su pueblo debía mostrar los mismos atributos. El mandamiento de amar a otros todavía está vigente hoy.
Si el cristiano ama como Dios quiere y con la plenitud del Espíritu Santo para amar, naturalmente guardará los mandamientos y las limitaciones de Dios concerniente al trato de los demás. El que sinceramente ama a su prójimo no lo oprimirá ni le engañará, no le pagará mal por mal y no guardará ningún rencor contra él.
B. Dos grandes mandamientos
Estos mandamientos de amar a Dios y amar al prójimo son inseparables. El amor por los demás depende de nuestro amor a Dios; y nuestro amor a Dios se demuestra por nuestro amor por los demás (1 Juan 4:20 al 5:2). Sin embargo, los dos mandamientos son distintos.
Amar a Dios, como lo describe el Nuevo Testamento, no es algo normal para el hombre. La naturaleza con que nacimos nos hace enemigos de Dios (Lucas 19:11-14; Juan 3:20; Romanos 5:10; Colosenses 1:21). Amar a Dios como Jesús manda en Mateo 22:37 (Deuteronomio 6:4,5) debe ser la respuesta del hombre al amor que Dios tiene por él. Dios ama a todo el hombre: su corazón, su alma y su mente. Por lo tanto, se espera que el hombre ame a Dios con todo su ser.
El amor por los demás depende del amor que Dios nos mostró a nosotros de antemano. `Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros» (1 Juan 4:11). El amor del cristiano por los demás refleja el amor de Dios por nosotros. El Espíritu Santo es el que hace que el amor de Dios por nosotros se convierta en amor por otros (Gálatas 5:22).
Pregunta: ¿Cree usted que Dios espera que amemos a nuestros prójimos aun cuando es difícil amarlos? Si es así, ¿cómo la hacemos?
Romanos 5:5 nos presenta otra forma de demostrar el amor de Dios por otros a través de nosotros. Dios no espera que amemos a otros sin su ayuda. El amor con que amamos a los demás es en verdad el amor de Dios que rebosa en nuestros corazones para contagiar a otros. Es el amor de Dios visto a través de nosotros. A través de la oración, Dios nos da amor por otros cuando nos resulta imposible amarlos sin su ayuda.
II. Compasión por todos Romanos 1:14; Gálatas 6:9,10
A. Pagando una deuda
Pregunta: ¿Qué quiso decir Pablo en Romanos 1:14 cuando dijo que era un deudor? ¿Acaso somos deudores como Pablo?
Así como el amor de Dios se recibe para demostrarlo a los demás, también la comisión de predicar el evangelio a toda criatura fue para Pablo una deuda que le debía a cada hombre, mujer y niño. No le importaba de qué nacionalidad o cultura fueran sus oyentes.
Los "sabios" y "no sabios" son otra forma de decir "griegos" y "no griegos". Pablo quería que toda persona, sin importarle su nacionalidad o educación, escuchara la Palabra de Dios. Pablo les estaba escribiendo a los griegos, cuya civilización había dado al mundo muchos logros intelectuales y artísticos. Al mismo tiempo, quiso informarles que él también tenía el deber de llevar el evangelio a otros pueblos, "a los no griegos". Aunque "no griegos" se define como razas no civilizadas, Pablo usó el término para decir, a otros además de griegos. Pablo pudo haber incluido a los "ricos" y a los "pobres", a los "fuertes" y a los "débiles", a los "jóvenes" y a los "ancianos". De cualquier manera que se clasificaran, Pablo les debía la oportunidad de escuchar el mensaje del evangelio.
Tal es el espíritu misionero que todavía palpita en los corazones de creyentes dedicados. Ya sea ir en persona con el mensaje, ya proveer las finanzas para que otros vayan, la obligación aún esta presente. Así como a Pablo se le había encargado predicar el evangelio a otros pueblos, a nosotros se nos ha encargado la misma tarea. Les debemos el evangelio a los perdidos. En verdad, es una deuda que debe pagarse.
B. Haciendo lo bueno
Hacer el bien puede ser un trabajo agotador. Es fácil desanimarse, perder interés en nuestra tarea, o aun 'fiarse por vencido. El incentivo para hacer el bien es esencial.
En Gálatas 6:9, Pablo proveyó el incentivo en su selección de comparaciones. Hacer el bien es semejante a la siembra del grano en el campo. No veremos los resultados de la siembra inmediatamente, pero "a su tiempo segaremos, si no desmayamos».
Si el sembrador se cansa de tirar la semilla y sólo siembra la mitad del campo, sólo cosechará la mitad. Si queremos una cosecha completa de buenas obras, debemos sembrar y tener paciencia como el sembrador que espera el "precioso fruto de la tierra" (Santiago 5:7). Muchos cristianos son como los niños: quieren sembrar la semilla para luego cosecharla ese mismo día.
Pregunta: ¿Qué será nuestra cosecha si no nos cansamos de sembrar buenas obras?
Pablo no especificó qué cosecha recibiría el creyente si fielmente seguía sembrando buenas obras. Pero sabemos que las buenas obras, hechas como para el Señor, producirán una buena cosecha. Pueden traer consuelo y alivio a la gente necesitada. Pueden causar que un pecador acepte a Cristo como su Salvador; puede ser una cosecha que trae noticias de gran gozo al cielo y al que cosecha. Hacer buenas obras puede detener el deterioro moral de la sociedad, y hacer que nuestras comunidades sean mejores lugares para vivir (1 Timoteo 2:1-4). Al final, el cielo recompensará al que hace buenas obras por el fiel servicio que hizo en la tierra.
El bien que debemos hacer a toda persona se cumple por medio de la obra del Espíritu Santo en nosotros. Sólo al tener una relación vibrante con el Señor podrán nuestras vidas producir mucho fruto que permanecerá por la eternidad.
La exhortación de hacer el bien es más específica al final de Gálatas 6:10: "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe." Mientras es nuestro deber hacer el bien a todos, estamos obligados a hacer el bien y bendecir a los hijos de Dios y a los hermanos en la fe. La frase, "a todos" indica que el amor cristiano no tiene limitaciones. La mención de "la familia de la fe" sirve para reiterar que la prioridad del amor cristiano es suplirlas necesidades de otros creyentes.
Es lamentable cuando el mundo ve que el creyente carece de las necesidades básicas. Tales circunstancias parecen sugerir que Dios no es capaz de cuidar a su pueblo. Pero en realidad, mucho del cuidado de Dios por nosotros se ha delegado a otros cristianos. Nuestra compasión debe extenderse hacia todos los que influyamos, más aun a otros creyentes, demostrándoles nuestra firme dedicación a la ley del amor. A medida qué suplimos las necesidades de otros creyentes, también estaremos creando un ambiente que atraerá a otros a la familia de Dios.
III. Demostrando amor Romanos 13:8-10
A. El amor y la ley
Pregunta: ¿Es cierto que el mandato de no deber nada a nadie significa que toda persona que compra una casa con dinero prestado está violando las instrucciones bíblicas?'
En una parábola, Jesús habló de un rey que perdonó una deuda de 10.000 talentos a un siervo que luego rehusó perdonar la deuda de 100 denarios a otro siervo. En ninguna parte denuncia Jesús el hecho de que había una deuda. "No debáis a nadie nada" podría explicarse como: "Uno no debe rehusar pagar sus deudas para estar al corriente."
El verdadero énfasis de Pablo no estaba en la deuda monetaria. Al llamar la atención al concepto de deudas, quiso hacer hincapié en el gran deber que tiene cada creyente de amar a otros. Con el tiempo, el cristiano debe cancelar toda deuda monetaria, pero la gran deuda de amar a otros siempre debe continuar. Jamás llegará el momento en que ya no se necesita amar.
El que ama a los demás ha cumplido con la ley (v. 8). Todos los mandamientos sobre las relaciones entre personas se resumen en un solo mandamiento: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (v. 9). Si verdaderamente amas a una persona, jamás querrás matarla o adulterar con su cónyuge, tampoco robarás su bolsillo, mentirás o codiciarás sus bienes. Así que, el amor cumplirá la Ley, no destruyéndola, sino guardando cada mandamiento de la Ley, motivado por el amor más bien que por el deber.
B. El resumen de todos los mandamientos
Pregunta: Si alguien desobedece los mandatos de Dios, ¿de qué carece?
Ya se ha dicho que el amor cumple la ley en forma positiva, proveyendo la motivación positiva para obedecer los "no harás" de la ley. Una verdad relacionada con esto debe notarse: Desobedecer cualquier mandato de Dios es evidencia de que el amor que Dios requiere no está presente.
El amor no hace daño al prójimo. Un comentario perfecto sobre esta verdad se encuentra en otro pasaje inspirado por el Espíritu y escrito por Pablo: 1 Corintios 13. El amor es sufrido con el prójimo, y benigno. No es jactancioso ni se envanece, sino que pone al prójimo primero (v. 4). El amor no busca lo suyo, sino el bien de su prójimo (v. 5); hasta se olvida de sí mismo, y piensa sólo en el bienestar de los demás. No se irrita con su prójimo, y desea el bien antes que el mal para los demás (13:5); cree lo mejor de su prójimo en vez de lo peor.
La suma de todos los mandamientos que tratan con la forma en que nos llevamos con los demás se resume en una palabra: AMOR. Demostrar este amor cumple con toda la Ley.
Aplicación
Es difícil que nuestro amor a Dios sea tal que nunca desobedeceremos sus mandamientos. Por lo que conocemos de nuestros sentimientos, emociones y reacciones, parece imposible alcanzar o manifestar un amor perfecto. Pero Dios sabe que no podemos lograrlo. Es una obra de gracia, una obra del precioso Espíritu Santo. Dios ha prometido cumplir esa obra en nosotros, si se lo pedimos y permitimos que lo haga.
Aunque la obra es completamente de Dios, no estamos absueltos de toda responsabilidad. No podemos culpar a Dios si no vemos su amor demostrado en nuestros corazones. Cuando vemos imperfecciones en ese amor que demostramos, sólo podemos culparnos a nosotros mismos y a nadie más. No hemos permitido que Dios haga todo lo que El quiere hacer en nosotros.
Haga un voto de cumplir con su obligación de permitir que el Espíritu Santo desarrolle en usted una medida plena de su fruto. Ore específicamente que ese amor perfecto sea formado en su vida. Habrá momentos cuando parece que Satanás está multiplicando sus esfuerzos para impedir que usted sea transformado a la imagen de Cristo. Pero crea, la obra de Dios siempre está progresando.
Al mismo tiempo que le está pidiendo a Dios que cumpla en usted su obra, empiece a orar por el prójimo. La oración de intercesión consiste en orar por los demás. Al pedirle a Dios que lo bendiga y prospere - en forma física, material, y espiritual - notará que la obra del Espíritu Santo en usted le hará amar más a su prójimo.
EL CRISTIANO Y LAS REDES SOCIALES
"Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna" I Corintios 6:12
Dios les bendiga:
Años atrás, al igual que mucha gente, abrí mi propia cuenta de facebook. La intención inicial era mantener contacto con familiares que viven en sitios lejanos a donde yo radico. Luego, con el paso del tiempo comencé a adquirir un buen número de contactos de gran diversidad de ciudades y países con los cuales comencé a compartir material e información de tipo apologético y teológico. También comencé a recibir e intercambiar correo electrónico con algunas de ellas quienes me obsequiaron con su confianza, haciéndome parte de sus experiencias y necesidades. Incluso llegué a incluír a algunas en mis oraciones, sabedora que para el Todopoderoso no existen las distancias.
Las redes sociales como facebook pueden llegar a ser una poderosa herramienta de trabajo, sabiéndola usar. Por otra parte, también me percaté del lado oscuro de esta red social, como por ejemplo; que es adictiva y que un alto porcentaje de usuarios solo lo usan como medio de entretención.
QUE ES FACEBOOK?
Facebook es un sitio web de redes sociales creado por Mark Zuckerberg. Originalmente era un sitio para estudiantes de la Universidad de Harvard, pero actualmente está abierto a cualquier persona que tenga una cuenta de correo electrónico. Los usuarios pueden participar en una o más redes sociales, en relación con su situación académica, su lugar de trabajo o región geográfica.
Ha recibido mucha atención en la blogosfera y en los medios de comunicación al convertirse en una plataforma sobre la que terceros pueden desarrollar aplicaciones y hacer negocio a partir de la red social.
A mediados de 2007 lanzó las versiones en francés, alemán y español para impulsar su expansión fuera de Estados Unidos, ya que sus usuarios se concentran en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido. En julio de 2010, Facebook cuenta con 500 millones de miembros, y traducciones a 70 idiomas En noviembre de 2011, alcanza los 800 millones de usuarios.
Esta creciente red social ampara a gente de todas las edades. Aunque supuestamente está restringida a menores de edad, muchos niños pequeños ya cuentan con su propio muro en FB, increíblemente por cuenta de sus propios padres, quienes solo agregan edad en el formulario de ingreso y listo.
Algo que caracteriza esta red social, más que algunas otras, es la manía auto-fotográfica de carácter revelador que suelen manifestar sus jóvenes usuarios, y otros no tan jóvenes. Muros llenos de jovencitas exponiendo fotografias con poses, gestos y ropas sugestivas, que harían ruborizar a las mujeres que, como dicen en mi tierra; se dedican a la profesión mas antigua del mundo. Tal pareciera que uno está hojeando un catálogo de mercado de carne humana cuando mira esas fotos. Lamentablemente, se trata de jóvenes hijas de familia, que de alguna manera encuentran en esta red social una vía para deshinibirse, sin recapacitar el mensaje que dan a la gente a través de sus fotos.
Ahora, todos somos conscientes de los riesgos que se ocultan detrás de las redes sociales, especialmente para niños (por eso están prohibidas para ellos) y para jóvenes. Porque, quién nos garantiza que la persona detrás del computador es quien dice ser?. Historias tristes y de lamentar han sido hechas públicas a través de los noticiarios y seguramente que muchas más se quedaron en el anonimato, donde gente perversa valiéndose de esta red social llegó a entablar relaciones más cercanas a base de engaños, que luego terminaron en tragedias.
Otra manía muy frecuente en FB es el exhibicionismo presuntuoso de muchos que gustan postear fotos de sus actividades, viajes, posesiones y demás. Otros más, desarrollan una compulsión egolátrica fotográfica, ya que inundan sus muros de una gran cantidad de fotos de ellos mismos en poses y vestuarios variados, toman fotos hasta de los dedos de sus pies, de su colección de tazas o de diversos gestos de su cara. Muy sosa y vana puede ser la actividad Facebookcera y totalmente desprovista de elemento alguno que sea de provecho, excepto cuando mandas recados a tu vecina, en vez de ir a tocar su puerta. (ironía)
Pero, qué del cristiano? ...Existe una diferencia entre los muros de gente que profesa fe y del resto del mundo? Lamentablemente es bajo el porcentaje de quienes usan esta herramienta para compartir su fe al mundo. He visto comentarios de jovenes identificados como cristianos, asimismo líderes juveniles cuyos comentarios me han proporcionado verguenza ajena, y me han dejado una enorme interrogante acerca de su pretendido cristianismo.
A estas alturas sé que algunos estarán acusándome de estar juzgando, pero les recuerdo que con su acusación ustedes mismos están haciendo lo mismo de lo que me acusan; o sea: me están juzgando.
Una vez aclarado esto, prosigo; haciéndoles una pregunta:
Desean leer la verdad o un maquillaje de la misma?
Quisiera poder decirles que el mundo es color de rosa, que la luna es de queso y que las nubes de caramelo, pero eso no es verdad. Ustedes y yo sabemos que lo que acabo de escribir forma parte de la decadente realidad que diariamente podemos observar a través de las redes sociales. Si no, cómo podemos llamarle a un líder de iglesia (adulto) cuyas ridículas fotos vestido de mujer aparecieron posteadas por los jovenes que liderea, para exponer su participación de una supuesta presentación EN LA IGLESIA!!! totalmente vestido de mujer, muy horrorosa, su versión femenina, por cierto. Pareciera que esta usted viendo un personaje de "la jaula de las locas".
Por otra parte, me ha resultado vergonzoso y nauseabundo mirar fotos de mujeres maduras, identificadas como cristianas (evidentemente no lo eran) modelando poses sugestivas. Hubo una, (Dios sabe que no miento) que incluso tenía un dedo metido dentro de su boca, e inmediatamente los comentarios de sus amigos hombres diciéndole lo "sexi" que se veía... Basura del diablo!!! ...no son sino gente impía necesitada del mensaje del genuino evangelio y de un líder que sea genuino siervo de Dios para que les enseñe lo concerniente a la vida y fe cristiana, desde la perspectiva bíblica, por supuesto; ...pero mientras; allí están, arrojando lodo al buen nombre de la novia de Jesucristo, que es su iglesia.
También hay quienes gustan de hacer tocar trompeta delante de sí cada vez que hacen algo en la obra de Dios. Gente cuyo interés es levantarse una imagen de piedad que sea suficiente para despertar la admiración de su grupo de "seguidores". Ellos actúan exactamente igual que los artistas que se aseguran de llamar a la prensa cada vez que realizan sus obras de beneficencia, porque saben que ellas les redituarán una buena reputación con la cual podrán excusar más adelante sus desórdenes y excesos.
Y para ese fin, publican foto tras foto exhibiendo al mundo su piedad, sus viajes misioneros, sus dádivas a los pobres. ...Dónde quedó el consejo del Señor de:
"Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" Mateo 6:1-4
??
martes, 24 de abril de 2012
Jehova te bendiga y te guarde y haga resplandecer su rostro sobre ti
Amado, a veces nos sentimos decaidos, pues necesitamos un norte, metas, objetivos en la vida, en los seres humanos, nunca encontraremos la respuesta,sino en Jehova, el único Dios verdadero. El único quien envio a su Hijo JEsucristo, hijo de Dios, para hacerse como nosotros, humanos, y dar su vida en la cruz por todos nuestros pecados.
Cristo aún siendo el hijo de Dios, tuvo que nacer en un lugar en el que ningun rey de la tierra hubiera querido hacerlo en un establo y en un pesebre, pero derroto a satanas, pues le mostro que el trono, no hace el rey sino lo que hay dentro de el, lo espiritual.
Cristo, el momento antes de ir a su sacrificio, sabia a lo que se exponia y fue tanto su dolor que pidio al Padre que se quite esa misión de El,
pero luego dijo, que no se haga mi voluntad sino la tuya. Se entrego por amor. A veces, nosotros tenemos más orgullo y deseamos las cosas como a nosotros nos gustan, a la hora que queramos, como queramos, pero no nos aceptamos como somos, Cristo acepto venir a hacerse hombre siendo hijo de Dios,
no tenia un lugar donde poner su cabeza, estaba siempre expuesto a peligros, pero su misión la que el Padre, Jehova de los Ejercitos Dios Todo Poderoso le dio era más grande, dice la Santa Biblia, yo pongo mi vida, nadie me la quita, sino que yo la pongo porque esta misión recibi de mi Padre.
Ciertamente, en el mundo no encontraremos conformidad si buscamos lo perfecto, lo agradable, lo que hubieramos deseado, sino que la vida consiste en que con fe en Cristo, todo se puede vencer. Dios nos pide paz en medio de la tormenta.
Puedo recordar a los israelitas, tal vez conoces lo que paso, el Faraon los perseguia y delante de ellos tenian al mar rojo, es decir estaban entre la espada y la pared, muchos hubieran decidido entregarse a las armas y a una muerte segura, pero Moises no, tuvo fe y le pidio a Dios una solución y Dios dividio en dos el mar rojo, para que pase el pueblo escogido.
uando el Faraon y compañia decidieron entrar al mar rojo para perseguir a Moises y el pueblo escogido, el mar los aplasto, los ahogo y ahi quedaron. Puede que en un momento determinado tu digas hay personas mas afortunadas que yo,
pero resulta que eso es pasajero, la vida es lucha, cada día, una nueva oportunidad y si tienes fe Dios te proveera la solucion.
Ahora el pueblo escogido israel, no era de lo mejorcito que digamos, eran idolatras es decir, ni bien Moises se iba ya estaban haciendose estatuillas de dioses imaginarios,
sabiendo que tenian al Dios verdadero, se la pasaban quejandose cuando Dios para cruzar el desierto les daba mana todos los días, no tenian que trabajar, pero esa es nuestra naturaleza humana aunque estemos en le mejor de nuestros momentos, siempre queremos más, la vida consiste endisfrutar lo que Dios nos regala,
en aceptarnos y ser humildes si Cristo sufrio y vencio, nosotros también debemos ser firmes en saber que nuestro destino es la vida eterna, en la nueva Jerusalen, donde toda lagrima sera enjugada, no existira ni la enfermedad, ni la muerte, las calles son de oro y todo es hermoso, cielo nuevo y tierra nueva y estaremos gozozos todos los días en la presencia de Dios por la eternidad.
El camino estrecho es dificil, mientras que el ancho lleva a la perdición. Escoge obedecer a Dios, como lo hizo su propio hijo y tus bendiciones no tardaran, acepta a Cristo como tu unico y suficient salvador, entregale a El tus cargas, pues esa es su misión, y descansa en El, pues la Biblia señala lo que Cristo nos ha dicho:
Venid a mi todos los que esteis cansados y trabajados que yo os hare descansar, descansa en El y veras como no importando lo que pases El te sustentara y te protegera.
Amen.
CRISTO SANA Y SALVA Y TE BENDICE
Amados hermanos:
Que la paz y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo sean con cada uno de vosotros. Hoy tengo la necesidad de pedirle y recordarle al pueblo de Dios lo importante que es oír y escuchar la palabra de nuestro Señor, porque hay que saber diferenciar, una cosa es oír y otra muy distinta es escuchar, porque el que oye entiende y sabe lo que ocurre y el que escucha sabe que algo paso.
Muchas veces ocurre que cundo vamos a la iglesia salimos tal como entramos, con la misma necesidad,
Y esto se debe a que el pueblo o la iglesia no clama ni exige que cada palabra de la que sale de la boca del predicador sea palabra o voz de Dios y no de hombre.
Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!
Es nuestra obligación como hijos de Dios y Hermanos de Jesucristo que nuestro clamor sea ese porque de que otra forma nos edificaremos o estaremos echando cimientos en el aire,
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;
y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina
Debemos tener en cuenta además que si somos conocedores de su palabra. Sabemos que:
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por de él fueron hechas, y sin él nada de lo que fue hecho, fue hecho.
Mira cuan importante que es su palabra si es Cristo mismo.
Así mismo debemos atesorar cada palabra y meditarlas no en nuestra mente sino en nuestro corazón.
Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón
Y por ultimo sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de el mana la vida
martes, 17 de abril de 2012
Cree en el Señor Jesucristo...
Estas benditas palabras le fueron pronunciadas al carcelero por Pablo y Silas, dos siervos de Dios, predicadores de su palabra, después de que éste le hizo la pregunta más importante de su vida: "Señores ¿Qué debo hacer para ser salvo? (Hechos 16:30-31). Si profundizamos, sabemos que el carcelero era Romano, tal vez politeísta, como cualquier ciudadano de su época, lo importante es que vio reflejado en Pablo y Silas una esperanza de salvación; a pesar de estar presos y haber sido golpeados estos cantaban y oraban a Dios, cosa que el carcelero no entendía.
Sobrevino un terremoto, y las puertas de la cárcel se abrieron, el carcelero pensando que los presos habían huido intento suicidarse, ya que el pagaría con su vida por haberlos dejado escapar; pero, enterándose de la no huida de éstos, y no entendiendo su comportamiento, se dirigió a ellos y le hizo la pregunta de la cual hablamos: "Señores ¿Qué debo hacer para ser salvo?", la respuesta de Pablo fue contundente y sin ningún tipo de vacilación: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa" (Hechos 16:31).
La fe en Jesús, es decir "el creer en Jesús" es una de las cosas esenciales en el plan de salvación establecido por Dios, "pues sin Fe es imposible agradar a Dios" (Heb.11:6). Y no cualquier tipo de fe, sino la Fe de aquel en quien hay salvación, en Jesucristo. "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12).
Hay un plan establecido por Dios para alcanzar este tipo de Fe, y es la predicación de su palabra, "(13)porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.(14)¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (15)¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!"(Romanos 10:13-15). El apóstol Pablo, nos dice en esta porción de la escritura algo muy importante, para ser salvo hay que invocar, es decir confesar el nombre de Jesús, ¿Por qué? "10) Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación." (Romanos 10:10). Y en el caso que estamos tratando, Pablo tiene muy presente esto, le dijo al carcelero que para ser salvo tenia que creer en el Señor Jesús, para esto tenía que predicarle acerca del Salvador, "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios."(Romanos 10:17). Es por medio de la predicación de la palabra de Dios, que proviene la verdadera fe que le agrada. Continuemos con la narración del relato de la conversión del carcelero:
"Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa."(Hechos 16:32). ¿Cómo iba a creer el carcelero y su familia, sin predicar y decirles todo lo que Jesús había hecho por ellos, que había muerto por sus pecados, que había sido sepultado y que había resucitado al tercer día? ¿Cómo iban a creer en el evangelio, sino se le predicaba (1 Cor.15:2-3)? ¿Cómo iban a ser salvo el carcelero y todos los que estaban en su casa, si no tenían la fe que agradaba a Dios?
Jesús mismo lo había dado como mandamiento: "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura."(Marcos 16:15) A estos siervos de Dios, les costó caer presos, para que el evangelio llegase al carcelero y a su familia, en consecuencia, el carcelero y su familia adquirieron la fe que agrada a Dios, la que viene de oír la predicación de su palabra. Continuemos con el relato:
2Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos."(Hechos 16:32)
Enseguida, en aquella misma hora de la Noche, Pablo bautizó no solo al carcelero, sino a todos los suyos, a todos aquellos que habían adquirido la fe que agradaba a Dios, la pregunta es: ¿Por qué los bautizó? ¿Por qué a esa hora? ¿Por qué no esperar otro día? ¿Por qué no decirles a los hermanos de la iglesia en Filipos que el carcelero y su familia habían creído y que estaba listos para el catecúmeno"? Porque ya había iglesia en esa ciudad (Hechos 16:14-15,40)
Las respuestas a estas inquietudes nos la dará la misma palabra de Dios, Pablo sabia, inspirado por el Espíritu de Dios, y además porque Jesús lo había mandado, era el paso que seguía después que una persona creyera, era el paso que seguía para demostrar obediencia a Dios: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado."(Marcos 16:16)
De esta forma, Pablo entendió lo que muchos desdichadamente no quieren entender hoy día, el bautismo es parte del plan de salvación de Dios, todo aquel que crea debe ser bautizado, el bautismo es esencial para salvación, Pablo así lo entendió cuando los bautizó en aquella misma hora de la noche.
"Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios." (Hechos 16:34). El creer lleva incluido el bautismo, "sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos."(Colosenses 2:12)
Todo aquel que dice creer en Jesús, debe tener una fe similar a la del carcelero, y regocijarse de haber creído en Dios.
Era la respuesta a la pregunta del carcelero: Señores ¿qué debo hacer para ser salvo? La respuesta de Pablo en acción: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tu, y toda tu casa".
1. les predico la palabra, de esa manera creerían
2. les bautizo para que Dios les perdonara sus pecados (Hechos 2:38)
3. Cumplió el plan de Jesús "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."
Nota importante:
-Se salvó él y toda su casa, porque su familia también escuchó del evangelio y lo obedeció en las aguas del bautismo (evangelio: muerte de Cristo por nuestros pecados, su sepultura y resurrección al tercer día (1 Cor.15:3-4), Rom. 6:3-5 nos muestra como obedecer ese evangelio, es decir como morir; ser sepultado y resucitar con Jesús). NO hay salvación sin obediencia al evangelio "en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder"(1Tesalonicenses 1:8-9), "Porque el evangelio es el único poder que usa Dios hoy día para salvar a la humanidad". "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Ro.1:16)
"¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!"(Ro.10:15). Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio, y su obediencia.
"Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?"(Romanos 10:16).
Es una verdad, no todos obedecieron, y aún no todos lo obedecen. No seas tú uno de ellos.
"De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios."(Juan 3:5)
"Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando."(Mateo 23:13)
Que Dios les bendiga
lunes, 16 de abril de 2012
Actitud del Cristiano hacia el Trabajo
Introducción: – Uno de los más importantes elementos de determinar el bienestar físicamente en la vida de alguien es su actitud hacia el trabajo. El buen cristiano es un buen trabajador. Pero más que decir esto, necesitamos entender todo lo que dice la Biblia atrás de esto.
I. Dios nos manda a trabajar duro.
Dios mandó a todos los seres humanos de trabajar duro. Es el mandato de Dios para todos. Es la obligación de cada uno, y somos obligados a trabajar duro como una parte integral de nuestras vidas.
A. Trabajo en el huerto
Génesis 2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
l Antes de la caída al pecado, Dios tuvo el propósito para hombre que trabajara. Parte de mantener el hombre en el camino de Dios es que está ocupado, por que en los ojos de Dios, de ser ocioso es un pecado.
Génesis 3:17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
l “maldita será la tierra por tu causa” - Dios maldijo la tierra (el suelo) por el beneficio de Adán. ¿Por qué? Simplemente es por Dios supo que el hombre necesita ser ocupado o iba a entrar en muchos excesos de pecado.
l Dios lo hizo difícil para el hombre de sobrevivir. ¿Por qué?
(1) tiene que trabajar duro para sobrevivir.
(2) tiene que depender en Dios para sus necesidades.
(3) Dios lo hizo que el hombre tiene que ser ocupado en buenas cosas, de beneficio espiritual, para que no tiene mucho tiempo de caer en pecados.
l De ser ocioso es visto por Dios de ser un pecado.
l “con dolor comerás” - Esta palabra significa dolor, con labor, con dureza o mucho energía y esfuerzo para cumplir con algo. Es el opuesto de ser fácil. Eva recibió un dolor en el dar luz a un niño, y Adán fue condenado a sufrir en conseguir su pan diario.
l “Con el sudor de tu rostro” - Una de las consecuencias del pecado es esta maldición que el hombre tiene que trabajar para vivir, y este trabajo va a ser duro. Esta maldición es que todo está en oposición al hombre para vivir. Tanto la dificultad en sobrevivir tanto la fatiga adentro del hombre en tratar es resultado de la maldición del pecado.
l Tiene que aceptar esta maldición y trabajar duro, o hay dos opciones:
(1) ser flojo o perezoso.
(2) ser fraudulento, tramposo.
l Dios maldijo a Eva por su desobediencia a su marido. Su castigo es de siempre ser sujeta a él, y esta maldición va para todas las mujeres.
1 Timoteo 2:11 La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. 12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. 13 Porque Adán fue formado primero, después Eva; 14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. 15 Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.
l Dios maldijo a Adán porque en una forma, quiso lo que quiso en una forma ilícita. O sea, Adán y Eva quiso obtener algo afuera de la forma que Dios mandó. Comieron, pero no cómo o qué permitió que ellos tomaran. La dureza de sobrevivir para Adán es porque quisieron algo más suave, más fácil, y más rápido que la forma que Dios indicó por ellos.
l Toda trampa, engaño, y robo hoy en día usa esto mismo punto. Huyeron y rechazaron el duro trabajo de sudar de su frente.
B. Trabajo en nuestras vidas diarias
1 Timoteo 5:8 porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.
l Aparentemente una prioridad en el pensar de Dios es que proveemos para nuestras familias. Dios dice que es imposible que una persona realmente sea un cristiano, una persona salva si no provee para sí mismo y su familia.
2 Corintios 12:14 He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.
l Debemos aclarar también que los padres no deben vivir de sus hijos, sino los padres deben proveer para sus hijos.
1 Timoteo 5:4 Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios.
l “Recompensar” aquí significa de entregar o dar a otros los bienes y dinero de uno mismo. Infiere que da lo que uno debe, como por una deuda, por salario que debe a otro, por pagar impuestos, o una obligación conyugal, o por resulto de un voto.
l Hombres deben trabajar hasta que mueren o no pueden por razones de salud. No hay jubilación en la Biblia.
l Mujeres (y niños) deben ser sostenidos por el esposo/padre. Mujeres no tuvieron poder de trabajar como hoy en día, y fuera responsabilidad de hombres de proveer por ellas.
C. Trabajo o hambre
Efesios 4:28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
l Dios pone opuesto el trabajo y el robar. Son opuestos. Si no trabajemos duro, las únicas otras opciones son de robar o de sufrir con la pereza.
l Dios honra mejor trabajo fisíco, con las manos, produciendo algo “bueno”, moralmente bien y agradable en la vista de Dios.
l Unos de los propósitos de trabajar es de tener, para que puedes dar a las necesidades de otros.
l 1 Juan 4:8 Dios es amor.
l Juan 3:16 porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito...
l Si Dios es amor, y el amor sacrifica y da para otros, y para ser un hijo de Dios es tomar el carácter de Dios, el dar debe ser un grande parte de nuestras vidas espirituales.
1 Timoteo 5:8 porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.
l Sin tomar la responsabilidad de trabajar y proveer por sus propias responsabilidades, uno no tiene derecho de pensar que es un salvo, redimido.
2 Tesalonicenses 3:10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.
l El ambiente que quiere Dios en la iglesia entre los hermanos es uno de amor y sacrificio uno por el otro. Pero hasta Dios mismo pone balance en esto. Si uno rehúsa de trabajar, rehúsa de sostenerse a sí mismo y a su familia, entonces “tampoco coma”. Esto quiere decir, que nosotros como hermanos debemos cerrar nuestros corazones a esta persona, y no darles nada aun que supuestamente está muriendo de hambre.
II. Propósito y metas en trabajar.
Hay tres opciones: (1) duro trabajo para sostenerse a uno mismo. (2) el robar, transar, defraudar, o usar trampas o palancas para sacar lo que es indebido, o (3) sufrir con la pereza.
A. El Pecado de Ocioso.
Dios plantea que el ser ocioso es un pecado. Dios alaba y manda la industria.
Proverbios 10:4 La mano negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece.
l Dios hace la asociación de la pereza con la pobreza. Riquezas en una forma son una bendición de Dios, que uno consigue por medio de ser “diligente” en el asunto de trabajar.
Proverbios 12:11 El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento.
l Dios ha hecho un principio moral. Debemos trabajar duro (con sudor de su frente) para sobrevivir. Este punto es perdido en el pensar de nuestro mundo. Los jovenes buscan un trabajo donde no les exige mucho sudor, donde se pueden ser perezoso y bien pagado.
Proverbios 13:4 El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.
l La industria en trabajar, duro, largas horas, con mucho esfuerzo es lo que Dios identifica como el factor que decide si uno deseo y tiene nada, o si vive prosperamente.
Proverbios 20:13 No ames el sueño, para que no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te saciarás de pan.
l La persona quien demuestra industria, diligiencia, y trabajo duro trabajo, va a la prosperidad. Pero la persona quien ama el descansar y dormir, va a la pobreza y gran necesidad.
Proverbios 21:5 Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.
Proverbios 19:15 La pereza hace caer en profundo sueño, Y el alma negligente padecerá hambre.
l La industria de uno mimo es el elemento o factor que Dios dice que decide si un sufre con pobreza y hambre, o tiene con abundancia.
Ezequiel 16:49 He aquí que ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso.
l El pecado de Sodoma eran tres: soberbia o arrogancia, abundancia de lo necesario, y abundancia hasta hacerles ocoiosos.
l Dios da abundancia para que podemos ayudar a los necesitados. El pecado de Sodoma fue de tener con que ayudar a otros (abundancia) y de negar de hacerlo, usándolo para nosotros mismos de vivir en lujos en lugar de ayudar a otros.
l De ser ocioso, tener tiempo libre en que no hacemos nada menos a nuestros gustos, deseos, a hacer lo que nos da la gana era lo que echó esta sociedad a la perversidad.
B. Prohibición de ganar indebidamente.
Ejemplo del Pastor
1 Timoteo 3:3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
Tito 1:7 Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas,
1 Pedro 5:2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
l Hay una ganancia honesta, y hay una ganancia deshonesta. Lo rápido es seguro a deshonesta. Lo que es lento con mucho sudor es seguro que es la honesta.
sábado, 14 de abril de 2012
La angustia fundamental del hombre
De manera que la primera pregunta que se nos plantea es: ¿Qué es lo que entendemos cuando hablamos de la angustia fundamental del hombre? Sin lugar a duda, «angustia», «ansiedad», «temor», «miedo», etc., son palabras que hacen resonar las cuerdas más variadas en el arpa de nuestros sentimientos. Por eso vamos a precisar este concepto.
Para empezar vale la pena recoger una distinción que hace el mismo pensador danés. Kierkegaard distingue entre temor/miedo y angustia. El temor y el miedo tienen que ver con un objeto concreto. Por eso la relación entre el objeto causante y el hombre es de fundamental importancia para superar el temor y el miedo. No es así en el caso de la angustia. La angustia es algo más indefinido. No es posible relacionarla con un objeto o una situación en concreto.[3]
Esta distinción entre una forma de angustia más concreta, definida y relacionado con un objeto o una situación en concreto y una angustia indefinida, no identificada, sutil y etérea, queda confirmado por Drewermann quien desarrolla esta distinción desde la etología y el psicoanálisis. Según él, existe una angustia consciente, exterior y real. Esta se estudia en la etología. Pero además existe una angustia inconsciente, interior y existencial, la cual se estudia en el psicoanálisis. Es interesante en esta distinción la relación que —ante todo en Drewermann— se establece entre las dos formas de angustia. La angustia inconsciente y existencial es la interiorización de lo que en principio era una angustia exterior y real. Lo que en principio el hombre experimentaba ante una situación y frente a una amenaza concreta, luego lo ha interiorizado y agrandado enormemente. O sea, la misma evolución de lo animal a lo humano es responsable de que también la angustia cobrara una nueva dimensión.
Más allá de esta distinción básica, Kierkegaard resume su concepto de angustia en la famosa fórmula: «La angustia es la realidad de la libertad como posibilidad».[4] Para Kierkegaard, el hombre se encuentra ante el dilema de tener que establecer una síntesis entre lo finito e infinito de su existencia. La angustia surge —por hablar metafóricamente— cuando el hombre de repente se da cuenta de que está ante un acantilado inmenso que se llama «libertad», o «la posibilidad de libertad». Mirando al vacío[5] de tal enorme espacio, a ese mar de posibilidades de realizar su vida, el hombre se marea. Le entran nauseas y se refugia en lo terrenal porque no aguanta tal perspectiva.
Aquí es donde se manifiesta el dilema y la tragedia del pecado original, entendido en términos de angustia. El dilema consiste en que el hombre a penas siente su angustia, porque se ha construido todo un sistema anestésico en el que se refugia porque no aguanta sentir esa angustia existencial. Y lo trágico del pecado se encuentra en que cualquier superación debería acercar al hombre nuevamente al punto de partida, ahí donde está obligado a mirar al vacío de su libertad, ahí donde tiene que sentir la angustia que el peso de su existencia le provoca, para ver que más allá de la angustia existe otra opción: la confianza. Pero es precisamente este acercamiento contra el que se defiende el ser humano con uñas y dientes, porque la angustia que debería volver a sufrir por unos momentos le parece algo insoportable.[6] Drewermann defina así este estado de esclavitud:
«El hombre intenta desesperadamente evitar el retorno de la angustia, y cuanto más le amenaza la angustia ante la libertad, más se enreda en la esclavitud del pecado…»[7]
Es este el homo incurvatus in se (el hombre encorvado en sí) del que habla EberhardJüngel,[8] siguiendo así la teología evangélica clásica que desde sus inicios ha puesto el énfasis en una comprensión totalitaria y en una radicalización del pecado original. El pecado no se manifiesta tanto en la praxis humana —o sea en actos parciales— sino en primer lugar en la naturaleza del hombre —o sea en la estructura de su existencia.[9] En sintonía con esto dice E. Jüngel:
«El pecado de la incredulidad no es que el hombre le deba algo a Dios, sino le debe nada menos que a sí mismo en su totalidad. (...) Por eso no le permite a Dios estar aquí a favor del hombre, no quiere recibir su ser a partir de Dios, sino quiere ex-istir desde sí mismo».[10]
De manera que podemos resumir que: Psicológicamente podemos comprender las formas de la angustia interiorizada como procedentes de experiencias de angustia reales y concretas. Filosóficamente la angustia está originada por la imposibilidad de encontrar en el vacío de la libertad un fundamento sobre el que constituir el ser espiritual del hombre, consiguiendo así la síntesis entre finitud e infinitud. Pero teológicamente la angustia aparece como culpa ante Dios. Por eso el proyecto de Kierkegaard, de comprender un tema teológico por medio de la psicología y filosofía, es fundamentalmente correcto. La psicología y la filosofía resultan ser útiles para obtener una mayor comprensión de la angustia y de las extrañas y dañinas reacciones del hombre ante ella, es decir que nos ayudan a comprender y definir un tema anticuado y agotado. Pero hace falta teología para su superación, tal como dice Drewermann: «Al final de la psicología de la angustia comienza la dogmática de la reconciliación».[11]
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