jueves, 23 de agosto de 2012

Lo que hoy no se predica en la Iglesia


La evolución del cristianismo en nuestra época ha tomado un matiz muy peculiar. Las predicaciones se han ido adaptando a las influencias liberales y pragmáticas de la sociedad, y se ha acudido a la técnica del marketing, para disolver todo aquello que molesta al oído,  añadiendo todo aquello que atrae y seduce. Es por ello que la mayoría de los sermones y teología moderna está impregnada de mensajes ilustrativos, motivacionales, psicológicos y de excelencia. Esta tendencia ha modificado las expresiones gramaticales en las traducciones bíblicas modernas, para restarle fuerza al sentido original del texto, principalmente en lo concerniente al concepto de pecado, usando para ello la técnica del llamado “lenguaje inclusivo”.
Existe una fuerte corriente que tiende a la desmitificación bíblica, la cual trata de explicar con una lógica dialéctica los milagros históricos de la Biblia. Con ello tratan de diluir los principios básicos de las doctrinas, porque hay cosas que hieren el oído y molestan la conciencia, principalmente cuando la persona es confrontada con el pecado. Esta corriente presenta la otra cara de la moneda, esto es el aspecto jurídico de las consecuencias del pecado, que es la condenación.
En resumen, hemos fabricado una teología de ofertas barata, y hemos escondido las  demandas, porque nuestra técnica es engordar la iglesia, y atraer al pecador para que entre por la puerta ancha, por donde cabe todo, incluso su vana manera de vivir heredada de sus padres (1 Pedro 1:18-19). Al enseñar la Palabra de Dios actualmente los predicadores optan por el llamado “evangelio fácil” o de la “gracia barata”, en donde Jesucristo te protege, te da riquezas, te abre puertas, te hace excelente, te lleva al cielo aunque andes torcido.  En fin, levanta la mano, confiesa positivamente y “ábrete sésamo” el milagro se hace. Basta una buena ofrenda, un “pacto” económico y la bula o indulgencias de bendiciones, perdón y prosperidad te será dada.
El nuevo vocabulario evangélico es de prosperidad, unción, poder, milagro, sobrenatural, conquista, grandeza, excelencia, salud, pacto, decreto etc. Ya no existe las predicas del pecado, el arrepentimiento, la restitución de daño, el infierno, la santidad, el arrebatamiento, el juicio, el sufrimiento, la negación, la cruz, la humildad, la sencillez, el desprendimiento etc. Incluso, muchos predicadores modernos niegan el infierno como algo real, porque afirman que el concepto de un infierno que arde, y la condenación, no cabe dentro de un Dios amoroso, y que tal concepto es tan solo una expresión metafórica. Así que prediquemos, pero no asustemos a las personas, sino atraigámosle mediante un culto-espectáculo. Basta con estar bien contigo mismo, y olvídate del pecado.
Alguien pregunto: ¿Que sucede cuando la iglesia de hoy día se rinde a la comodidad de un evangelio moderno de tolerancia, carnalidad y compromiso con el mundo, y deja de predicar todo el consejo de Dios que encontramos en las escrituras? El problema de la iglesia contemporánea no se encuentra en aquello que predica, ya que el hecho de que Dios es amor, aunque es una gran verdad bíblica que debemos repetir una y otra vez, y poner en primer lugar, no debe opacar o ignorar que también es juez justo. Nunca el amor puede eclipsar la justicia. El omitir el aspecto justo de Dios nos lleva a predicar un mensaje a medias, diluido, y esto nos hace abandonar la sana doctrina,  permitiendo el libertinaje y levadura en la casa de Señor. Nuestro Dios no solo es un Dios de amor, sino también de santidad y justicia, y el sigue siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos.
La Biblia nos habla claramente del juicio al pecador y del del infierno como un lugar de tormento. Esta relatado en la historia del rico y Lázaro (Lucas 16:23). Jesús menciono el lugar de tormento como un lugar con fuego (Marco 9:45), donde el gusano no muere (Marco 9.46, 48) y relata las consecuencias de no estar en Él cuando afirmó en Juan 15:6: “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”. El Señor hablo más del infierno que los profetas y apóstoles.
Pablo menciona el castigo a los desobedientes cuando afirma en 2 de Tesalonicenses 1:7-8: “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo;”. Hebreos expone el fin de los pecadores, y para ello menciono dos cosas que hoy se omiten, el juicio y el fuego del castigo (Hebreos 10:27). Además en la revelación de Juan, en el juicio final se habrá claramente del fuego eterno, que es la muerte segunda (Apocalipsis 20:15-15,  21:8).
No cabe duda que la doctrina del arrepentimiento es imprescindible para nacer de nuevo (Mateo 4:17; Lucas 13:3; Hechos 2:38, 3:19, 20:21; 2 Corintios 7:10), lo cual produce un cambio de vida definido como el nuevo hombre (2 Corintios 5:17). Esta acción de arrepentimiento nos despoja del viejo hombre y sus hechos pecaminosos (Colosenses 3:9) el cual tiene que ser crucificado en la cruz (Romanos 6:6), lo que significa que a partir de esta acción nos revertimos de mundano o impío a ser un hijos de Dios, lo que nos lleva como meta a vivir en santidad, no persistiendo en repetir el pecado como norma de conducta (Romanos 6).
Si nos apartamos del pecado, entonces rompemos con las costumbres y modelos corruptos del sistema dominante. No podemos hacer amistad con el mundo, porque tal acción nos hace enemigo de Dios (Santiago 4:4), y no podemos servir a dos señores (Lucas 16:13). Este concepto esta encerrado en lo que denominamos “santidad”, o sea, apartarnos de todo aquello que la ley de Dios catalogo pecado, y lo cual esta expresado en los mandamientos, y definido mas claramente como los deseos de la carne. La santidad es la base para poder llegar al cielo (Hebreos 12:14) y  fruto de arrepentimiento, manifestado en las obras, que son las acciones relacionada con nuestra forma de ser, vestir, hablar, pensar y enseñar. (Lucas 3:8, Mateo 7:16).
La Cruz en la vida del cristiano genuino no puede estar ausente, hoy se promueve una “cruz de plástico” la cual solo conlleva la responsabilidad de poner en practica algunos principios bíblicos. Nada de morir al yo (Gálatas 2:20) Ni al mundo (1 Juan 2:15-17) Negarse a uno mismo, a sus deseos egoístas, autocomplacencia, etc. (Lucas 9:23) Se promueve una cruz que te lleva a la puerta ancha y por el camino espacioso. (Mateo 7:13-14) Las palabras del Señor son claras: “Si alguno quiere venir en pos de mi”,significan que nadie queda excusado.
La Biblia presenta a los cristianos como un pueblo diferente al resto, proclamando que es una nación santa “la iglesia” (1 Pedro 2:9)  cuyo modelo a imitar es Jesucristo (1 Tesalonicenses 2:14;), por lo cual se debe formar en los cristianos un varón perfecto (Efesios 4:13), aprendiendo a andar como Jesús anduvo (1 Juan 2:6). Pero la iglesias en vez de conquistar el mundo, más bien el mundo ha conquistado la iglesia. ¿En qué se diferencia un cristiano de un mundano? Todos los esquemas de culto, conciertos, ritmos, modas, estructura de los templos, luces, efectos especiales y mensaje siguen la retórica del sistema dominante, de manera tal que no hay diferencia entre un  evento mundano de uno cristiano. La única diferencia es que a la moda del mundo se le añaden un texto bíblico o un mensaje bíblico para adornar el evento, espectáculo, música o conducta.
El arrebatamiento, tan inminente, más que nunca esta a las puertas el Señor Jesucristo (1 Ts 4:13-18; 1 Corintios 15:51-54; Apocalipsis 22:20). Y hoy se levantan una manada de falsos evangelistas, predicadores diciendo que nada de esto va a pasar, no preparan al pueblo, lo hacen pensar en cosas terrenales, pasajeras y enseñan que la Iglesia tiene que reinar para que recién Cristo pueda venir. (Dominionismo) (Filipenses 3:17-21) Se evade completamente la profecía bíblica. El Apocalipsis brilla por su ausencia y/o se le da una interpretación subjetiva cambiando el significado de muchos acontecimientos inminentes, y por consiguiente los predicadores se sostienen en “nuevas revelaciones” aun con la advertencia de Apocalipsis 22:18-19. Estas son cosas importantes que debe saber el pueblo de Dios. Lamentablemente los que predican este tipo de mensaje si no se arrepienten no solo corren el peligro de quedarse en la Gran tribulación, sino que puede haber consecuencias eternas junto con aquellos que los siguieron. (2 Pedro 2:1-3)
Prediquemos el mensaje correcto. Confrontemos a la gente con su pecado, y llevémoslo al arrepentimiento para que puedan vivir en novedad de vida (Romanos 6:4). Infundamos temor, que como freno nos detienen para no pecar.
Texto original: Mario Fumero
Edición parcial: Rigoberto Lopez

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